martes, 2 de noviembre de 2010

Salvemos la Copa


La semana que viene sabremos ya cuales serán los dieciséis equipos que pasarán la ronda de dieciseisavos de la Copa del Rey. Hasta finales del mes de octubre, en el que empiezan a intervenir los clubes de Primera, ni los medios ni la gente le suelen prestar mucha atención al torneo. Bueno, en realidad, decir que la gente le presta atención a la Copa es decir mucho, viendo cómo una de las competiciones más bonitas y emocionantes de nuestro país se ha ido devaluando con el paso de los años.

¿Los motivos? Si le preguntas a la gente, si escuchas a los entendidos, a la prensa, las respuestas suelen ser casi siempre las mismas, pero todas encaminadas hacia una sola: Falta de motivación por parte de los equipos grandes. ¿Por qué? Aquí hay más variedad de explicaciones: Poco premio (sobre todo en dinero) para el ganador, un trofeo que proporciona menos prestigio que las otras tres principales competiciones que se juegan en una temporada oficial (Liga, Liga de Campeones y Liga Europa) y un sistema de competición extremadamente largo, aburrido y costoso tanto en esfuerzo como en tiempo, sobre todo para equipos que andan metidos en otras competiciones además de la Liga.

Un ejemplo de esta progresiva devaluación de la Copa nos lo ofrece una estadística: En diez años, de 1998 a 2008, ni Real Madrid ni Barcelona, los dos gigantes futbolísticos de nuestro país, fueron campeones de Copa. Aunque el gafe del Madrid con esta competición es un tema digno de un post de proporciones bíblicas, nos puede servir de ejemplo general. Cada vez es más habitual ver que hasta cuartos de final como poco, los equipos de Primera reservan a sus mejores jugadores para otras competiciones. Y qué decir de la inclusión hasta las rondas finales (incluso semifinales o la final en algún caso) de equipos como el Alcorcón, el Alavés o el Recreativo, con todos los respetos para ellos.

Pues resulta que a pesar de este desinterés, a algunos nos gustaría volver a aquellos partidos vibrantes de Copa y esas finales que a final de temporada nos sabían a gloria. Por supuesto no al nivel de una final de Liga de Campeones, pero sí con la sensación de ver un encuentro a todo o nada, sin los cálculos matemáticos, el aguante y las estrategias de una competición de regularidad como es la Liga. Vamos, como si después de toda una temporada de eso, de regularidad, todo quedase decidido en noventa minutos. Eran días para quedar con los amigos y disfrutar de un partido de emoción asegurada con unas cervezas. Como una gran final, vamos...

El Mallorca fue campeón en 2003
¿Y cómo arreglamos la Copa? El sentir habitual de todos los que deseamos salvarla y de los futboleros en general casi siempre es el mismo: Todo a partido único hasta el final. Se acabó eso de eliminatorias de dieciseisavos a doble partido contra equipos de Segunda B y Tercera. De meses de partidos y partidos que sólo restan emoción, aburren al aficionado y desmotivan a los equipos. Y además, todas en campo del más débil. Así motivas al equipo pequeño, que sabe que un mal día del grande en su campo puede llevarle a la gloria sin posibilidad de que éste pueda recuperarse; Y al revés. El grande sabe que tiene que poner los cinco sentidos en la competición hasta el final. Pero con la mitad de partidos. La mitad de esfuerzo.

Ahora bien. Para que este sistema funcione hace falta una motivación mayor a la hora de querer conseguir el trofeo. Abrir el apetito de los grandes respecto a una competición que para un equipo puntero es poco atrayente. Y esto pasa por garantizar que el campeón de Copa se clasifique directamente para la Liga de Campeones. Seamos serios, ¿no tiene más valor ganar un título que quedar tercero o cuarto de una Liga? Con menos partidos pero más intensidad, un poquito más de dinero y un premio como la máxima competición Continental, la Copa del Rey volvería ser un objetivo prioritario de los grandes y de esos tres, cuatro o cinco equipos que siempre andan a su estela. Y revalorizaría el torneo.

Y para terminar, una propuesta aún más atrevida.

Nunca me ha parecido mal copiar cosas de otros, siempre y cuando éstas sean mejores que las que nosotros hacemos. Lo del sistema a partido único viene de Inglaterra, eso no es ningún misterio. Pero si de verdad nuestra Copa se hiciera a partido único, ganaríamos nada más y nada menos que cuatro semanas al calendario. Un mes entero sin partidos. Imaginaos por un instante que el sistema fuese a partido único sólo hasta cuartos de final y después se hiciera una especie de 'Final Four' entre los cuatro equipos semifinalistas. Con un mes libre de competición hay tiempo de sobra para organizarlo. ¿Podemos imaginar el interés mediático que esto despertaría? Sin olvidar que, si se hiera como en el baloncesto (y no me refiero a un todos contra todos, sino disputar los dos partidos de semifinales y la final en unas fechas determinadas y en una misma sede), la ciudad en donde se disputasen los encuentros sería un hervidero de aficionados procedentes de otras ciudades durante semanas enteras, con el consecuente ingreso de dinero y la promoción turística extra para la ciudad en cuestión. ¿No merece la pena pensarlo al menos?


Ahí van otras ideas: La extensión de este sistema hasta cuartos, la disputa de las semifinales a doble partido y la final en unas mismas fechas parando la Liga, o incluso la adopción total del sistema de competición inglés: Si se llega a un partido con empate, se juega un encuentro de desempate en el campo del equipo que fue visitante en el primer choque. Si persiste el empate, gana el que más goles haya marcado en los dos partidos; Y si aún se sigue empatando, hay penaltis. Incluso podemos meter una prórroga, a gusto del consumidor.

Son ideas para reconducir una competición preciosa que ahora es casi un lastre para muchos equipos, que se la quitan de en medio a las primeras de cambio. Pero todavía hoy, cuando sin querer hay partidos con goles, anarquía, emoción, prórrogas y penaltis, siempre hay algún amigo que te dice eso de "joder tío, si es que la Copa mola". Pues eso...salvemos la Copa.

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