miércoles, 21 de noviembre de 2012

Evir Baljic: El "nuevo Mijatovic" que luego se pasó a la música



En el año 1999 John Benjamin Toshack era el técnico del Real Madrid. El entrenador de los "cerdos voladores" del Bernabéu andaba preparando su ambicioso proyecto post séptima Copa de Europa y consideró esencial el fichaje de un bosnio de, por aquel entonces, 25 años. Baljic se encontraba despuntando en el Fenerbahçe turco cuando recibió la llamada del presidente del club blanco, Lorenzo Sanz. Cuatro años antes, había emigrado a Turquía para probar suerte desde el FK Sarajevo, su club natal, donde ya destacaba por su velocidad y su habilidad con el balón. Una media de once goles por temporada en el país otomano y sus buenas actuaciones en el Bursaspor y el mencionado Fenerbahçe le valieron su fichaje por 20 millones de euros. Y eso que Sanz alardeó de que se lo habían dejado barato.

Baljic, sin embargo, lejos de barato, resultó ser uno de los mayores fracasos a nivel deportivo del equipo merengue en los últimos 20 años. Compitiendo con Raúl, Morientes, Anelka, Ognjenovic, Zárate, Savio y Eto'o por un puesto en la delantera, es evidente que gozó de pocas oportunidades. Y si además de eso añadimos que se rompió los ligamentos en el mes de octubre, casi nulas. Jugó concretamente 11 partidos en toda la temporada, marcando un sólo gol al Espanyol. Toshack, para disculparle, decía siempre que el chico "tenía que adaptarse", la vieja y exprimida excusa.

Al año siguiente regresó cedido al Fenerbahçe, pero ya nada volvió a ser lo mismo. Pasó un año sin pena ni gloria en su antiguo club y después regresó al Madrid, que rápidamente, por decisión de Vicente del Bosque, le cedió al Rayo. En Vallecas siguió evidenciando que iba para estrella y se había estrellado: Diez partidos, un gol al Valladolid y muchas bromas por compartir vestuario con Bolo y Bolic, con quienes se suponía iba a formar el tridente de ataque más cacofónico y temible de la Primera División.

El Madrid terminó deshaciéndose de él como pudo en el año 2002 y se lo vendió al Galatasaray, pero su suerte estaba echada. Pasó por tres equipos turcos más: el Anatolian de Konyaspor, el Ankaragücü y el Ínstanbulspor (como se puede ver, cada vez más prestigiosos) para anunciar su retirada definitiva del fútbol en 2008. Algo que, encima, hizo debido a una enfermedad de su hijo. Hay futbolistas gafados.

Eso sí, Baljic ha demostrado ser un tipo polifacético. Después del fútbol se propuso ser cantante y hasta sacó un disco. Voluntad, desde luego, no le ha faltado...

jueves, 5 de julio de 2012

Euro 2012: España debe aprender de las victorias



Todo vuelve a la normalidad. Después de unos días de resaca festiva, con la gente luciendo su camiseta roja y el mundo entero dedicándole por tercera vez consecutiva palabras de reconocimiento a España, en unos días pasaremos del país unido por su selección al país de nuevo dividido en dos.

Volverá la España de Mourinho y la España antimourinhista, que no Guardiolista, porque Pep ya no está y a Tito aún hay que verle en acción. Esa España que pelea con la otra por autoproclamarse la genuina, la buena y la que encarna ese estilo y esos valores que cada dos años y durante mes y medio nos apuntamos todos, olvidándonos de las grescas que hemos mantenido a lo largo de la temporada y de las veces que hemos dudado de ellos.

Porque ni en los momentos más maravillosos e históricos nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestra esencia, de lo que nos identifica de verdad. Vicente del Bosque lo expresó perfectamente durante la Eurocopa: "Hemos pasado de pobres a ricos muy rápido". Hemos hecho historia ganando un triplete que nunca nadie logró y lo hemos hecho no sólo superando a grandes rivales, sino también a nuestra propia forma de pensar, muchas vecesautodestructiva y limitada.

España comenzó la preparación para la Eurocopa la última de todas, con diez días de retraso y a ocho de su debut. Lo hizo con unos jugadores reventados y sin poder contar con la mitad de los que iban a ser titulares porque se jugaba una final de Copa. Con todo eso partía como favorita por ser defensora del título, campeona del Mundo y el equipo a batir por su estilo y su nivel, con la presión añadida que ello conlleva. Sólo el hecho de ser consciente de que ningún equipo en la historia del fútbol había logrado encadenar tres éxitos consecutivos debe entenderse ya como un ladrillo que sólo podía pesar en la cabeza de los españoles, ya que ninguna otra selección partía desde su perspectiva.

A toda esa situación se le añadió el tradicional debate al que se vio sometido el seleccionador (que va en el puesto, pero que hay que aguantarlo) a la hora de dar la lista definitiva. No hay recuerdos de selecciones que hayan tenido que convocar jugadores de relleno para preparar un torneo sabiendo que no iban a ir después. Del Bosque tuvo que lidiar con los partidarios de Torres, los de Soldado, los de Negredo, los de Adrián o los de Raúl. Tuvo que aguantar los ataques a Albiol y considerar a los partidarios de Juanfran. Y tuvo que juntar todas esas ideas en su cabeza siendo plenamente consciente de que, hiciera lo que hiciera, medio país iba a estar en desacuerdo con él.

Todo esto, además, sin poder contar con dos jugadores titulares, uno de los cuales es el máximo goleador de la historia de la selección y el hombre que hizo seis de los nueve goles que España marcó en el pasado Mundial, ganando, gracias a ellos, cuatro de los siete partidos que se ganaron.

Sumemos todos estos factores, pongámonos en la piel del seleccionador, escojamos un equipo doblemente campeón en los últimos cuatro años a pesar de todo y pongámonos manos a la obra.  El debut es contra un equipo que ha ganado cuatro Mundiales y que es correoso y competitivo aun en sus peores momentos, Italia. Sin el mencionado goleador, cuyos números demuestran que, en mayor o menor medida y por mucho que se juegue como los ángeles la selección depende de sus goles, un técnico que ha conseguido ganar un Mundial por primera vez en la historia de un país decide jugar sin delanteros. Y lo argumenta, dando sus razones de por qué lo prefiere así.

El partido, como todo debut, es complicado. Pero aun con momentos de peor juego que Italia se consigue empatar. Repito, empatar contra Italia, cuatro veces campeona del Mundo, no perder, en un primer partido de un torneo al que se llega casi sin preparación. ¿Y qué recibe el seleccionador a cambio? Palos y más palos.

Esto se repetirá en tres de los cinco partidos que quedan, ninguno perdido, por cierto. La contundente victoria sobre Irlanda en el segundo choque (4-0) es recibida por la opinión pública como algo normal, teniendo en cuenta el nivel del rival, por lo que la sensación es que no cuenta. Y las críticas, por una u otra cuestión, llegarán en las victorias ante Croacia en el tercer partido (0-1), Francia en cuartos de final (2-0) y Portugal en semifinales (2-4 en penaltis).

Sólo algunos datos más para que el lector se vaya haciendo una idea: Las críticas llegaron en un partido en el que España se jugaba la clasificación y el primer puesto de su grupo contra un equipo serio que también había sido capaz de empatar con Italia y después de días de acusaciones sobre si se iba a pactar el resultado con los croatas; En un partido de cuartos de final contra Francia, selección señalada como una de las favoritas y a la cual nunca habíamos ganado en partido oficial; Y contra Portugal, otra de las selecciones fuertes del torneo y en unas semifinales de Eurocopa, donde se supone que uno no se va a encontrar precisamente malos equipos.

¿Y qué criticas son esas? A saber: Nula profundidad al jugar sin un delantero centro, lentitud en el juego, posesión estéril, falta de sorpresa arriba al jugar con dos medios centros y algunas más, según el partido y el momento. En el apartado individual, Fernando Torres y Arbeloa se llevaban la palma de comentarios sobre su bajo rendimiento. Y sobre el seleccionador, bastantes. La falta de visión a la hora de realizar cambios y la tardanza en éstos eran de las más recurrentes.

A raíz de estas críticas, ha sido muy frecuente leer o escuchar sobre Vicente del Bosque la opinión de que España gana con él porque los jugadores son muy buenos, pero que precisamente él es la causa de que el equipo no de más rendimiento. Que sin él se haría aún más, vamos.

Llegados a este punto, la pregunta es: ¿Qué hay más que hacer cuando se ganan un Mundial y una Eurocopa? Francamente, la respuesta es difícil de encontrar. Lo que sí se explica haciendo un razonamiento lógico y atendiendo a cómo se piensa sobre fútbol en este país, es el hecho de que a los que vierten todo este tipo de críticas les ha resultado muy sencillo borrar por completo de su memoria que en estas fechas, hace por ejemplo ocho años, en 2004, España vivía un verano post-Eurocopa en el que la selección se había marchado para casa en la fase de grupos después de ganar por 1-0 y sufriendo a Rusia, empatar 1-1 con Grecia (a la postre sorprendente campeona) y perder 1-0 con Portugal, anfitriona. Y eso era, más o menos, lo normal.

A lo bueno se acostumbra uno muy rápido (nos hacemos ricos, que diría el Marqués Don Vicente), pero el peor error que se puede cometer es mezclar esa transformación, que no tiene por qué ser mala, con la negación del camino por el que ha venido

Y no tiene por qué ser mala porque esta Eurocopa nos lo ha demostrado. Ha sido un campeonato en el que España, que ya enseñó a todos como juega, ha enseñado ahora a todos que, cuando el fútbol y los adversarios te conocen y no te permiten jugar a tu modo, sabe competir. ¡SABE COMPETIR! Esas palabras que Luis Aragonés repetía cuando accedió al cargo de seleccionador y a las que muchos no daban importancia. España ha ganado esta Eurocopa desde la supervivencia en muchos momentos, siendo consciente de que las circunstancias no le eran favorables por numerosos motivos (físicos, de juego, de jugadores), pero poniéndose el mono de trabajo, luciendo estrella, trabajando desde la defensa y esperando unas condiciones favorables para atacar. Esas estrategias que, en otros momentos, sentados en el sofá de nuestra casa y ya eliminados, le veíamos a otros equipos ganadores y comentábamos "fíjate qué mal lo están pasando, pero al final ganarán, porque siempre están ahí". Y ahora, nosotros, juguemos bien, regular o mal, estamos ahí.


España ha tenido que aguantar una opinión pública que, si se escuchaba con detenimiento, podía dar lugar a pensar que la Eurocopa y el Mundial se ganaron goleando a todas las selecciones que se nos pusieron por delante, cuando eso es mentira. La Eurocopa 2008 se logró ganando a Suecia por 2-1 en el último minuto del descuento o derrotando a Italia por penaltis; El Mundial se consiguió después de perder el primer partido con Suiza (y ahora se criticó un empate con Italia, repito) y ganando en octavos, cuartos, semifinales y final por 1-0 y sufriendo. ¿Por qué ahora se exigía tanto? El mejor ejemplo de cómo cambian las cosas en la mente de la gente cuando se logran los éxitos y pasa el tiempo es el de la Francia de Zidane, aquella campeona del Mundo en 1998. Un equipo que casi todo el mundo recuerda como magnífico. Pues bien; Francia las pasó canutas para ganar en 'su' Mundial a Paraguay en octavos de final (1-0 en la prórroga). Eliminó a Italia por penaltis y empezó perdiendo en semifinales ante Croacia, momento en el que Thuram, un defensa que no había marcado un gol en su vida, hizo dos para remontar. Luego, eso sí, Francia le dio un repaso a la Brasil de Ronaldo, Rivaldo, Romario y compañía en la final (3-0) y todos se quedaron sólo con eso.

Como ahora, días después de machacar a los italianos, todos lucen su camiseta de la selección y se dan golpes en el pecho. Nadie se acuerda del falso 9 o de los sudores viendo a Casillas salvarnos ante Croacia de irnos para casa. ¿Para qué? Es mejor recordar sólo la final y, cuando lleguemos a Brasil 2014 exigir que se golee a todos los rivales porque "en la Eurocopa jugábamos mejor", criticar todo lo que no nos guste, despreciar a un entrenador campeón de Europa y del Mundo y decir que sin él se conseguirían mejores resultados.

Dicho todo esto, en un Post antes de la Eurocopa afirmábamos que había que posicionarse antes de la misma si alguna decisión del entrenador no gustaba, para no ser ventajistas. Sigo pensando que Torres no merecía ir a la Eurocopa y que Pedro tampoco había hecho méritos, a pesar de que ambos han sido importantes. Y sigo pensando que Adrián o Raúl deberían haber tenido opciones, pero precisamente por eso no soy seleccionador, ni me atrevería a serlo.

No hay nada malo en criticar. De hecho, el propio Del Bosque considera las críticas como positivas, porque generan debate. Pero una cosa es criticar y otra bien distinta minusvalorar a los nuestros; Dejar de creer en quienes nos han hecho grandes, no darles siquiera el beneficio de equivocarse, de cometer errores. Incluso de perder. ¿Qué pasará cuando perdamos?

La primera Eurocopa fue la de nuestro despertar. El Mundial confirmó que éramos los mejores. Esta Eurocopa nos alza hasta convertirnos en uno de los equipos más grandes de la historia, si no el mejor. Me gustaría que quizá nos haya enseñado también a medir el valor y el esfuerzo de los éxitos y las derrotas.

sábado, 23 de junio de 2012

Así vivimos el España-Irlanda en Gdansk (II)


Jueves, 14 de Junio. 18:00pm. El verdadero viaje empieza cuando ya ataviados con camiseta, bandera y bufanda de España (y en mi caso con un gorro de Guinness de San Patricio para confraternizar), salimos del Albergue rumbo al Estadio. No tardamos en abordar una marea humana, principalmente irlandesa, que se dirige cantando, cerveza en mano, hacia Gdansk Glowny. De repente, un irlandés me abraza como si nos conociéramos de toda la vida y después me pregunta que qué espero del partido. "Vamos a ganar, pero también a pasarlo bien, ¿no?". No hay que ser descortés. Todos nos dicen amistosamente que somos un equipazo. Pero sin duda, la llave que nos abrirá todas las puertas de ahora en adelante a la hora de hablar con los irlandeses es mi camiseta de Iniesta, que despierta una y otra vez el mismo cántico en la hinchada rival: "He plays on the left, he plays on the right; Andrés Iniesta is fucking shite!" No penséis que va con maldad; Llamar mierda a Iniesta sólo es parte del ambiente festivo entre aficiones, que será la nota dominante de toda la tarde y la noche. Ni un sólo incidente.

La travesía hasta el Arena Gdansk resulta ser una pequeña Odisea a la vez que divertidísima; Odisea por la cantidad de gente, que abarrota trenes y autobuses y no deja arrancar a los tranvías por puro colapso de las puertas en Gdansk Glowny, pero llena a la vez de juerga, cánticos, buen rollo y mucha charla con los irlandeses, que superan con mucho numéricamente a los españoles. Nacho y yo intentamos coger un tren, que parece ser más rápido y directo, pero es imposible. Finalmente optamos por el tranvía ya conocido, que logramos coger después de un buen rato de caos y algún que otro momento de tensión en el andén (tenéis el vídeo más abajo). Ya dentro y apretados como sardinas en lata, mi amigo graba como puede un vídeo con su móvil mientras un español nos agarra del hombro para intentar cantar más alto que ellos. "¡Somos campeones de tooooooooooooooooodooo!". Batalla perdida. Su "Stand up for the boys in Green", aderezado con puñetazos en el techo del tranvía es atronador.


19:45pm. La línea especial 60, que se supone que va al 'Stadion', nos deja en una zona industrial a 20 minutos andando de nuestro destino. Seguimos haciendo algún vídeo y cantando con la marea verde al tiempo que nos calamos, pues lleva lloviendo de forma ininterrumpida desde que salimos. El acceso a los exteriores del Arena Gdansk no es demasiado incómodo: Un par de controles de seguridad y estamos dentro. No nos cuesta encontrar nuestra puerta de entrada, así que aprovechamos para hacernos alguna foto con algún aficionado rival (podéis ver todas las fotos en el álbum que he colgado), alguna otra al estadio y entrar, justo a las 20:26pm, a 19 minutos del comienzo del partido. 

Del partido no voy a hablar mucho porque doy por hecho que ya sabréis cómo quedó. Un 4-0 da motivos para pasarlo bien, pero casi lo pasamos aún mejor antes y después que durante el partido en sí. En una experiencia como esta, podríamos decir que ver el encuentro sólo es una pequeña parte de todo lo que vives y la excusa principal que envuelve los verdaderos motivos del viaje: Encontrarte con gente de toda España, charlar con los aficionados del equipo contrario, disfrutar de sus costumbres futboleras y sus canciones, enseñarles las tuyas, sentirte embajador de todo ese buen rollo que el fútbol transmite a la gente... No hubo casi un sólo instante durante el partido en el que paráramos de animar, como no hubo un instante en el que la grada irlandesa (prácticamente todo el estadio) parase de animar a los suyos, a pesar de ir perdiendo. De eso deberíamos aprender bastante todos. Dejo algunos vídeos que hice a vuestra disposición: La ceremonia previa, que por la tele parece una tontería pero que en directo enciende a la gente porque es el preludio a la tensión del partido; La salida de los equipos, los himnos nacionales y algún vídeo más. Pero sin duda, el mejor es el último: A falta de pocos minutos del final, toda la grada irlandesa empezó a cantar "The Fields of Athenry", una canción popular del país que narra la historia de un joven deportado a Australia por robar comida para su familia durante la hambruna de la patata que asoló Irlanda en el Siglo XIX. Ahora, los hinchas la cantan  en señal de fidelidad a su equipo al final de cada encuentro. Fue tan emotivo que toda la grada española se calló para disfrutar del momento y grabarlo con sus teléfonos móviles. Hay pocas aficiones que demuestren tanto con tan poco como la irlandesa, que a pesar de tener una selección pobre (sin ánimo de ofender) desplaza más gente que cualquier otra en esta Eurocopa. Nos dejaron, literalmente, sin palabras y con la sensación de que el fútbol es lo de menos. Sólo pudimos aplaudir y aplaudir al final.


Después del partido decidimos tomarnos la vuelta al centro de Gdansk con calma, pasando antes por la Fan Zone para echarle un vistazo, que resultó ser decepcionante. Todo medio vacío. Diez minutos después de entrar, recién pasada la medianoche, se nos comunica que cierran. ¿Dónde está esa fiesta de la que nos habló la voluntaria? Regresamos a Gdansk Glowny, pero sólo encontramos un par de pubs abarrotados de gente y bastante caros. Cuando ya pensamos que lo de la parranda post partido es un bulo encontramos a la afición irlandesa de juerga en los bares de la calle Dluga y en la Fuente de Neptuno (dato que despertará sonrisas a los atléticos) situada en la Plaza del Mercado Largo, la parte más antigua de la ciudad. Es entonces, con el alcohol haciendo mella, cuando más amistosos y más agradables se ponen con nosotros. La mayoría nos da la mano o nos abraza practicando el mismo discurso: "Sois el mejor equipo del mundo y el mejor equipo que he visto en mi vida. Váis a ganar la Eurocopa otra vez". Con picardía, mi amigo les promete que eliminaremos a Inglaterra en cuartos por ellos, lo que les enciende el ánimo. Son también muchos los que vienen a hablarme de lo maravilloso que les parece Iniesta cuando ven la camiseta que llevo.

Uno de los momentos más graciosos de la noche llega cuando nos metemos por una callejuela llena de discotecas. ¿Cuánto vale entrar? Las chicas gratis, por supuesto...pero los chicos tienen que pagar bastante, así que pasamos. Es entonces cuando dos polacas bastante perjudicadas por el alcohol nos abordan y en 'modo lapa' nos piden encarecidamente que les regalemos nuestras banderas españolas. Nacho me mira, ya que las dos son mías. No sé decir que no. Total, están bastante viejas y una me la encontré. A cambio nos regalan sus bufandas de la selección polaca y un beso en la mejilla cuando nos hacemos una foto para inmortalizar el intercambio.


Después de tomar algo y charlar un poco sobre el partido con un par de irlandeses en un pub tranquilo, seguimos explorando la zona. Encontramos una plaza en la que se ha levantado una carpa de Heineken donde ofrecen comida y cerveza, justo lo que nos pide el cuerpo a esas horas de la noche. Pedimos un par de birras, unas salchichas con patatas fritas y nos aposentamos donde podemos, pues todos los sitios están abarrotados. Hay muy pocos españoles por la zona. Es entonces cuando un señor irlandés de una edad cercana o mayor que la de mi padre me hace señas con un tenedor lleno de carne con cebolla. Nacho alucina: "¿Te va a dar de comer? ¡Pero si no nos conocemos de nada!" Hace un gesto y me ofrece el cubierto como si fuese un bebé al que le estuvieran haciendo el avión, cosa que repetirá varias veces más tarde. Su mujer me aborda y me empieza a explicar que es un plato típico polaco. No se me ocurre más que decir que gracias y que está todo buenísimo. ¿Véis? Esto es lo que intentaba explicar sobre los irlandeses. No hay gente más amable y con tan poco pudor a la hora de hablar y compartir sus cosas con todo el mundo que ellos. Son increíbles.

Al salir de allí decidimos volver a la Plaza del Mercado Largo a ver cómo sigue la fiesta antes de volver al Albergue. Por el camino nos vuelven a parar para darnos la enhorabuena por quincuagésima vez y me ofrecen una botella de Minute Maid llena de algo que parece agua. "Es agua, pero de lluvia. La recogí del cielo durante toda la tarde". Prefiero declinar la invitación, no vaya a ser que mi pobre estómago no lo soporte. ¡Estos irlandeses están como cabras! Ya en la plaza, alguien se ha hecho con un balón (sí, un balón de fútbol) que vuela de un lado a otro. Algunos pelotazos rebotan en las fachadas de los edificios históricos del lugar y por un momento pienso que cientos de aficionados medio borrachos jugando al fútbol en una plaza llena de bares y la policía pasando por allí no es una buena combinación, pero todo parece tranquilo. Para equipararnos a la masa nos hacemos con unas latas de cerveza nativa Zywiec, nada despreciable, y nos las bebemos mientras ya convertidos en unos hinchas irlandeses más, cantamos "Stand up for the boys in Green" durante un buen rato. Es interesante explicar la liturgia de este cántico: Se empieza con una estrofa muy bajita en la que un líder, en este caso un aficionado montado a lomos de otro y con un megáfono (hay vídeo para que lo veáis), susurra "Sit down for the boys in Green", mientras todo el mundo debe sentarse en el suelo lentamente. Cuando todos están abajo, el líder se levanta rápidamente y aúlla "Stand up for the boys in Green" y todos los demás suben y le siguen. Fácil, gracioso y entretenido. A lo tonto se nos hacen casi las cuatro de la mañana.

Llegamos ligeramente pasadas las cuatro al Albergue. Por el camino hemos visto a un irlandés haciendo eses y caminando hacia ninguna parte, sólo. "Quizá eso ya sea pasarse". Cuando nos tumbamos en la cama nos invade el cansancio y el sueño, pero tenemos la sensación de haber vivido un día muy especial. Aún no se acaba cuando, ya dormidos, alguien abre la puerta de la habitación. Nos levantamos de un salto y en seguida escuchamos un "sorry". Cierran la puerta. ¿Cualquiera puede abrir cualquier habitación con su llave? Es lo que tienen los Albergues baratos. Ponemos un sillón en la puerta para que nadie entre y seguimos durmiendo.

Abandonamos la habitación al día siguiente a eso de las once y pico de la mañana. Las seis horitas de sueño han sentado muy bien. El avión de vuelta para Barcelona El Prat sale a las 18:25 de la tarde, así que aprovechamos nuestras últimas horas en Gdansk para recorrer el casco histórico y ver las calles con la luz del día, hacer algunas compras de recuerdo y comer en un restaurante de aspecto bastante pijo al lado del canal que conecta con el Atlántico. Pescado, carne, postre, cerveza, café...comemos como Reyes y todo nos cuesta en total 96 Zlotys, unos 24 Euros. Esa misma comida en Madrid no la cataríamos por menos de 25 Euros cabeza y nos han dicho que los precios están inflados por la Eurocopa. ¡Hay que volver a Polonia! Pero somos conscientes de que la gran aventura se acaba. Horas más tarde, ya en el avión de vuelta, tengo la sensación de haber cumplido con un viaje que siempre quise hacer, pero que me quedo con ganas de más. Y en cuatro años hay una Eurocopa en Francia, que coge cerquita de casa. Hay que repetir.

Así vivimos el España-Irlanda en Gdansk (I)


Miércoles, 13 de Junio de 2012. 22:47 p.m. Después de terminar de narrar en vivo y online el partido entre Holanda y Alemania para France Presse (1-2 y juego muy superior de los germanos), bajo en ascensor los tres pisos que separan la oficina de la Agencia de noticias de la calle. Hace bastante calor en el centro de Madrid, pero llevo a mano un jersey por lo que pueda pasar varias horas después. Aparcado en un vado, justo en frente de la sede de France Presse en el número 19 de la calle Prim, me espera mi amigo Nacho en un Opel Meriva que hemos alquilado para la ocasión: Modelo nuevo, negro, espacioso...justo lo que necesitamos para meternos entre pecho y espalda los casi 700 kilómetros que nos separan del Aeropuerto de Girona.

Es nuestro primer viaje largo de noche por carretera y la parte más engorrosa de nuestra aventura, por lo que la ilusión se mezcla con algunos nervios, que no con miedo. ¿Llegaremos a tiempo? Eso casi seguro. El vuelo sale a las 7:30 de la mañana y aún no son ni las once de la noche. Las voces expertas (nuestro GPS o el Google Maps en este caso) han estimado un tiempo aproximado de 6 horas y 42 minutos de recorrido hasta el punto de destino, pero ya se sabe: De noche uno va más lento por la visibilidad; No habrá tráfico en la carretera pero sí algunos tramos de obra y bastantes camiones, por no hablar de la posibilidad, totalmente anulada de antemano por nuestras cabezas, de que el coche se estropee y nos deje tirados. Seamos realistas, por favor. ESO NO PUEDE SUCEDER. DE NINGUNA MANERA.

Habrá que parar, además. Por lo menos una vez para echar gasolina y echarse algo al estómago. Para ello, llevamos cuatro sándwiches, un taper de empanadillas (no sabéis lo bien que sentaron a las tres y media de la mañana), patatas fritas y algo de bebida para reponer, muy útil para la ocasión: Cuatro Red Bulls y dos Cocacolas

Así pues, emprendemos la marcha. ¿A dónde os imagináis que vamos? Es fácil de adivinar. Nuestro destino es Gdansk, ciudad polaca donde hace sólo tres días España ha debutado con empate en la Eurocopa 2012 ante Italia (1-1), y donde a las 20:45 horas de ese Jueves 14 de Junio en el que casi casi estamos ya mientras salimos de Madrid por la A-2, la Roja juega su segundo partido de la fase de grupos ante Irlanda.

El viaje nocturno atravesando media España para llegar al único aeropuerto en el que habíamos encontrado un vuelo directo, barato y con plazas disponibles transcurre sin sobresaltos, mucho más rápido de lo que el que escribe imaginó en un primer momento. Sólo nos permitimos, eso sí, una parada de 20 minutillos para repostar el coche y dar cuenta de las mencionadas empanadillas y los sándwiches en una gasolinera perdida de los Monegros, no vaya a ser que luego se nos eche el tiempo encima por cualquier cosa. A lo largo de todo el trayecto procuramos ir hablando para que al sueño no se le ocurra ni aparecer por allí, al tiempo que fundimos una y otra vez el gran disco de Bruce Springsteen "Born in the USA", que Nacho ha traído para contribuir a la lucha contra la somnolencia. También caen los Red Bulls y una de las Cocacolas. Finalmente, llegamos al Aeropuerto de Girona a las 5:50, una hora y cuarenta minutos antes de que salga nuestro vuelo. ¡Lo hemos conseguido! Los 30 euros en concepto de peajes ahora duelen algo menos.

La primera parte de nuestra aventura se ha completado. Tras pasar el control de aduanas, esperamos para embarcar en un avión que irá repleto de aficionados españoles que, como nosotros, tienen entradas para el España-Irlanda. Alguno se lleva los aplausos del pasaje cuando entra en el avión por su original forma de apoyar a la selección. Otros hablan de viajes y experiencias pasadas. Para nosotros, es nuestro primer viaje friki-futbolero y con él completamos un sueño. Ya no tendremos que imaginarnos cómo lo pasa toda esa gente que viaja hasta donde sea para animar a su equipo y a la cual vemos habitualmente por televisión con ojos envidiosos. Ahora nos toca a nosotros disfrutar de una pequeña porción de todo ese protagonismo. No será un viaje largo, porque las obligaciones laborales, estrechamente conectadas con esta Eurocopa, no lo permiten; Pero no puedo estar más que agradecido a la gente de AFP que me ha hecho el favor de cuadrar horarios que me permita vivir un viaje que mi amigo Nacho y yo llevamos casi un año gestando. 

El vuelo FFEN2D de Ryanair nos deja en el Aeropuerto Lech Walesa de Gdansk (llamado así en honor al ex Presidente polaco) a las 10:30 de la mañana hora local, sin retrasos. Nada más salir al vestíbulo vemos un puesto oficial de la UEFA ofreciendo información a los aficionados que llegan a la ciudad. No es para menos. Se espera a casi 30.000 irlandeses y algo menos de 10.000 españoles. Aprovechamos para preguntar cómo ir al centro de la ciudad, pero antes de dejar el Aeropuerto cambiamos unos cuantos Euros por Zlotys, la moneda oficial polaca. En seguida empezamos a comprobar su menor valor respecto al euro: Un ticket válido para coger cualquier medio de transporte durante 24 horas nos cuesta 12 Zlotys, unos 2,8 Euros. La línea C1 de autobús nos deja en Gdansk Glowny, la estación de transporte más céntrica de la ciudad, en poco más de veinte minutos. El intercambiador de tren, diseñado en el Siglo XIX y con torre y reloj incluida, recuerda a las estaciones antiguas aunque fue prácticamente destruido durante la ocupación soviética y reconstruido posteriormente. A su lado, un edificio de aspecto mucho más comunista (podéis ver las fotos). Se nota que estamos en pleno centro. Ahora lo más importante es canjear nuestro 'Voucher' (Vale), que la UEFA me envió hace semanas a casa por correo postal, por las verdaderas entradas para el partido. ¿Por qué no te envían las entradas directamente? Por motivos de seguridad, dicen. Pregúntenle a la UEFA. Ganas de enredar...

La Estación de tren de Gdansk Glowny
Llevamos una pequeña Guía para el aficionado que los señores del máximo Organismo del Fútbol Europeo han tenido a bien mandarnos junto con el mencionado vale donde se nos indica que el Punto de Recogida de entradas se encuentra en las cercanías del Estadio Arena Gdansk, así que allá vamos. El chico del puesto del Aeropuerto nos ha dado un papelito donde tenemos apuntadas las tres líneas de tranvía que van de la Estación Central al Estadio. El tranvía es muy utilizado en la ciudad y parece que pasa con frecuencia, por lo que en menos de cinco minutos ya estamos subidos y confiados de llegar a nuestro destino en poco tiempo. Todo en orden. Hasta ahora, el viaje va viento en popa. Pero no todo iba a ser tan fácil. De repente, nos damos cuenta de que ninguna parada anunciada en el tranvía hace referencia al Arena Gdansk. Todo son nombres en polaco. ¡Maldición! A utilizar nuestro inglés mediocre para enterarnos de dónde es. Afortunadamente, dos chicas ataviadas con chándal, mochila y zapatillas de la Eurocopa y con una tarjeta que las identifica como 'Volunteers' se han subido al tranvía al mismo tiempo que nosotros y van charlando a nuestro lado. Al preguntarle a una de ellas si es la dirección es la correcta, la otra nos habla en un Castellano casi perfecto: "Si queréis podéis bajaros con nosotras, que también vamos al Estadio". Más tarde nos explicaría que aprendió el idioma en unos cursos con motivo de las pasadas Jornadas Mundiales de la Juventud, en Madrid. 

Las voluntarias nos dejan en la puerta de un edificio que parece ser el punto de recogida. Hemos ido charlando durante el trayecto y nos cuentan que todo el país está muy entusiasmado con la Eurocopa y que por la noche hay "mucha fiesta". Se nota que damos el cante como españoles. El viaje también nos sirve para tomar un primer contacto visual con el Arena Gdansk, que se levanta, majestuoso, justo en frente de nosotros. Sin embargo, al intentar recoger nuestras entradas, nos dicen que no estamos en el lugar correcto y nos dan una dirección nueva: Ópera Báltica de Gdansk, varias estaciones más atrás. Las voluntarias se han confundido. Mala suerte. 

Después de hora y pico buscando el sitio y con la ayuda de un joven polaco que apenas sabe inglés, encontramos la Ópera Báltica. A eso de la una de la tarde ya tenemos las entradas. No hace falta remarcar que todo lo que hemos visto hasta ahora de la ciudad está repleto de españoles e irlandeses. Ahora a volver al centro, encontrar nuestro Albergue y descansar un poco antes del partido. El tema del Albergue es el único que aún puede ser un problema. Ya sabéis: A ver con qué habitación nos encontramos. Eso, teniendo en cuenta que la reserva por Internet se hiciera correctamente y estén esperándonos. Antes de llegar, paramos en un McDonald's para comernos un buen Menú especial Eurocopa después de casi diez horas sin probar bocado. 

Al fin, encontramos el Albergue, situado muy cerca de Gdansk Glowny. El aspecto del vestíbulo y las salas comunes al entrar es bastante poco acogedor, lo que nos hace pensar que la habitación será un cuchitril. Y para colmo, a la mujer del Albergue le cuesta horrores encontrar mi apellido en la lista ¿Tan difícil es Marbán?. Por un momento nos vemos sin un sitio donde dormir. Sin embargo, encuentro mi apellido escrito a boli encima de otra reserva tapada con tipex. La habitación resulta ser bastante limpia y cómoda. Eso sí, sin papel higiénico. Habrá que tirar de cleenex. Una ducha refrescante y a dormir unas cuatro horas antes de disfrutar de nuestro sueño.

viernes, 8 de junio de 2012

Dediquémosle el espectáculo a Preciado



Cuando se emprende la tarea de crear y mantener un blog de deportes, muchas veces se piensa que gracias al desmesurado volumen de información que se genera nunca van a faltar temas sobre los que escribir. El periodo de menos originalidad informativa, que no de menos noticias, suele ser de finales de Junio a finales de Agosto, cuando terminan las competiciones y empiezan los culebrones veraniegos. Traspasos por aquí y por allá...y aun así hay años en los que el fútbol no para, como éste.

Sin embargo, de poco se ha hablado esta semana más allá de qué delantero pondrá Del Bosque ante Italia, un tema ya muy desgastado. Y cuando todo parece indicar que ya no hay mucho más que decir hasta hoy, día de inicio de la Eurocopa 2012, resulta que ayer nos levantamos con la triste noticia del fallecimiento de Manolo Preciado. Qué caprichosa y qué injusta es la vida a veces...

Porque hoy deberíamos estar felices y dedicar todas las líneas de este Post a hablar sobre la esperada Eurocopa donde podemos volver a hacer historia, pero sería una falta de respeto a un hombre del deporte que tanto le dio al fútbol español. Seguro que el bueno de Preciado también esperaba ansioso el inicio de este mes de fútbol sin interrupciones, pensando incluso en encontrar alguna joven promesa que llevarse al Villarreal de cara a la que iba a ser su nueva cruzada la temporada que viene. El inicio de un nuevo ascenso, que hubiera sido el sexto de su carrera. Ganar Ligas y Champions debe ser precioso, pero alegrar a toda una ciudad ascendiendo a su equipo a Primera quizá sea incluso más grande desde el punto de vista emocional. El cántabro ya era un experto en eso. "Un obrero del fútbol", como podíamos leer ayer.

Un entrenador de los que cada vez van quedando menos, que dejaba esa imagen de hombre humilde, de obrero, es cierto. Un luchador incansable que peleaba por mantener a sus equipos en la élite contra presupuestos astronómicos y grandes estrellas. Este tipo de personajes (dicho en el mejor de los sentidos de la palabra) que cada vez escasean más en nuestro deporte son imprescindibles, pues en un universo en el que el aficionado cada vez tiene la sensación de estar más lejos de sus ídolos, que por momentos parecen seres superiores con cualidades ajenas al resto de los mortales, gente como Manolo Preciado establecía aún un vínculo directo y familiar entre el hincha y su equipo. Hacía del fútbol aún algo tangible y cercano, que el seguidor de a pie podía casi "tocar con las manos". Reducía el deporte, en definitiva, a lo que es en esencia: Ilusión, ganas, lucha, emotividad, amor propio y también, por supuesto, tristeza...

Cuesta imaginar a Guardiola o Mourinho dirigiendo a un equipo de Regional en un campo de tierra de mala muerte de cualquier barrio, pero cuesta mucho menos colocar a Preciado en ese papel, y volvemos a decirlo con la mejor de las intenciones. Esa era una de sus grandes virtudes. Y por eso se le echará de menos.

 En su honor debemos recordarle y honrarle disfrutando de la Eurocopa que abre hoy su telón, que seguro que tenía ganas de disfrutar con el resto de la afición española. Y convertir la triste noticia en un aliciente más, ya que un evento como la Eurocopa comprime en sólo unos pocos días muchas de las cosas por las que la gente le admiraba: Una Eurocopa es también alegría, pasión, amor propio, lucha y tristeza. Hay aficionados que no se declaran muy seguidores del fútbol de selecciones. Algo que cuesta entender, ya que precisamente son estos torneos los que mejor muestran todas esas cosas por las cuales este deporte es tan grande. Europa se detiene durante un mes para vivir desplazamientos en masa de hinchas con sus caras pintadas y sus banderas; Sonrisas y confraternización entre aficiones; Los campos se llenan, se canta y se anima más que nunca, aficionados de distintos equipos se unen y se vive todo con los nervios propios de ser consciente de que una oportunidad así sólo se le brinda a los mejores y sólo cada cuatro años. Una Eurocopa puede ser tan mágica que permite un fútbol de fantasía, como el de España en 2008 o triunfos que asombran al mundo y ponen patas arriba todo un país, como el de Grecia en 2004. Es todo tan especial y tan poco ortodoxo que en sólo un segundo un país entero puede pasar de las lágrimas al éxtasis; Que da cabida a equipos que atacan, que defienden, que especulan o que se lanzan a por todas sin ningún miedo porque saben que es ahora o nunca. Es una lucha sin cuartel en la que, según se va avanzando, lo táctico y lo correcto va dejando paso a una lucha para ver quién aplaca mejor sus nervios.

Por eso es en una Eurocopa, en poco más de veinte partidos, donde normalmente se ven cosas que no se verían en una Liga. Donde por momentos, equipos teóricamente inferiores se igualan al resto gracias a las ganas, la ilusión y la lucha. Donde caben mejor que en cualquier otro escenario los equipos "obreros". Fútbol en estado puro, en definitiva. Sensaciones y emociones con las que seguro que Manolo Preciado disfrutaría tanto como lo vamos a disfrutar, teniéndole siempre presente con  nosotros. Probablemente le hubiera gustado que el mejor homenaje del fútbol español sea ese, aparcar por un momento la tristeza y disfrutar como él siempre disfrutó de su trabajo. Y, por qué no, traer de nuevo a casa la Copa. La mejor de las suertes, allá donde quiera que estés.

martes, 5 de junio de 2012

Twitter sí, Twitter no. ¿En qué quedamos?



A cinco días del debut de España en la Eurocopa 2012, las portadas de los diarios deportivos abren hoy hablando del levantamiento del veto impuesto a los jugadores de la selección de usar sus redes sociales. Leemos que esta prohibición, llamada de forma familiar "doctrina Hierro", fue impuesta por el ex Director Deportivo del combinado nacional en el Mundial 2010 y ahora, la Directora de la Selección quería mantenerla de cara a la cita de Ucrania y Polonia.

Una medida ante la que los jugadores se han rebelado apelando a su libertad de expresión y que parece que han conseguido eliminar. Al menos, de momento.

Este tipo de decisiones por parte de los responsables de selecciones y/o equipos antes de citas o partidos importantes no son nuevas. ¿Por qué lo hacen? Normalmente se justifican alegando que aislar a los futbolistas del mundo exterior consiguen más concentración de cara a los partidos. Ahora se prohíben las redes sociales, como hace algunos años se prohibía usar el teléfono móvil o incluso ver a familiares, pareja o amigos durante el torneo o antes de una final. Parece que todo lo que no sea clavar ojos y mente en el balón es negativo de cara al resultado final. 

¿Hasta qué punto es eso cierto? ¿Y hasta qué punto se le puede prohibir a un jugador aislarse del mundo exterior? Son preguntas complicadas de responder. Recordando el 'Informe Robinson' dedicado al triunfode España en el Mundial (una obra maestra del periodismo deportivo, muy recomendable), Gerard Piqué desveló que la noche antes de la final, él y algunos jugadores se tiraron horas jugando al pin pon para no pensar en el partido porque "Lo necesitas". ¿Qué diferencia puede haber entre eso y mirar el Twitter? 

Si la decisión de prohibir a una plantilla no utilizar las redes sociales de cara a un campeonato es por motivos de concentración, quizá eso provoque precisamente más ansiedad en unos protagonistas que puede que ya estén bastante aislados cuando se tiran un mes concentrados a miles de kilómetros de sus casas, grabados casi constantemente durante todo ese tiempo por cientos de periodistas y aficionados y jugando partidos con todo un país a sus espaldas. Puede que, precisamente, compartir sus dudas y sus nervios con la gente sea la manera de evadirse un poco de toda esa tensión. Si se les prohíbe usar el Facebook, ¿por qué no se les prohíbe hablar también por el móvil? Los límites son difíciles de establecer.

Otro motivo por el cual los ejecutores de estas decisiones suelen justificarlas suele ser el supuesto peligro que supone que algún jugador molesto por alguna decisión de su entrenador, o enfadado por los resultados o por algún lance del partido con el árbitro o algún jugador contrario diga cosas que no debe por estos nuevos medios de comunicación. Siendo conscientes de que esto puede pasar, pasará de igual manera si el protagonista se lo suelta a alguien por móvil o se lo casca a algún periodista. Incluso por transmisión 'de boca en boca'. Todos sabemos que las filtraciones están a la orden del día. Por si fuera poco, prohibir las redes sociales, así como los teléfonos móviles o las declaraciones ante la prensa por este motivo deja entrever que no se confía en la cordura del grupo, lo cual, precisamente, puede generar mal rollo. Hay que saber cómo hacer las cosas. Si se confía en los protagonistas, hay que confiar plenamente. Y más en una situación en la que, al menos antes de empezar, la selección cuenta con un buen estado de ánimo, buen ambiente y buenas expectativas.

Otra cosa distinta es establecer cuándo se debe exigir máxima concentración y aislamiento a los protagonistas. Prohibir las redes sociales durante todo un mes de competición puede ser exagerado y un ataque a la libertad de expresión, ya que un jugador que va a una Eurocopa no está 'trabajando' las 24 horas del día, así como a un trabajador normal al que se le prohíbe usar Facebook o hablar por el móvil durante su jornada laboral no se le puede mantener la prohibición en sus descansos o fuera de sus horas de trabajo. Sí puede ser exigible que un futbolista deje en paz el Twitter minutos antes de un partido. En estos temas, no hay mejor medida que la lógica y la cordura, cosa que muchas veces brilla por su ausencia.

lunes, 28 de mayo de 2012

Despejadas las incógnitas, fuera ventajismos; Que la unión entre a escena



Bueno, pues se acabó la espera. Ya tenemos lista de 23 y, por supuesto, tenemos debate. A nadie parece gustarle las decisiones del seleccionador respecto a las posiciones dudosas: Al final Negredo y Pedro en lugar de Soldado y Adrián, y Juanfran en lugar de Iraola y Monreal. Thiago, además de contar con pocas opciones, se auto descartó horas antes del anuncio de la convocatoria, dejando totalmente despejado el panorama respecto al centro del campo, la línea a todas luces más estable del grupo.

Las reacciones no se hacen esperar: En sendas encuestas realizadas en As y Marca, un 71 y un 67 por ciento de los internautas afirman no estar de acuerdo con la lista. En el primero de estos medios, un segundo cuestionario refleja que la gran mayoría hubieran convocado a Adrián y Soldado. Menos discutida es la convocatoria de Juanfran, máxime después de su buen debut en el lateral ante Serbia y el bajón físico con el que Iraola, su gran rival por el puesto, ha terminado la temporada, con la final de Copa como ejemplo más reciente. Precisamente esa final parece haber servido de impulso para el regreso de Pedro, con quien no contábamos si quiera en el último post, en el que analizábamos las opciones de los distintos candidatos para acudir a Ucrania y Polonia. Ay, qué insensatos...

La lista final es un fiel reflejo de la forma de actuar de Del Bosque: Continuismo. Hay 19 campeones del Mundo y sólo cuatro caras nuevas respecto a Sudáfrica, que serían sólo dos si Villa y Puyol no fuesen baja. Y si contamos a Cazorla casi como un fijo que se perdió el Mundial únicamente porque estaba lesionado, al final resulta que probablemente sólo Jordi Alba y Juanfran habrían sido las auténticas novedades, "naturales" tras la retirada del combinado nacional de Capdevila y Marchena. Y respecto a las dudas, se ha impuesto la jerarquía en detrimento del rendimiento. La llamada de Pedro y Torres son buenos ejemplos.

La jerarquía y la experiencia antes que el rendimiento. Eso que os preguntábamos en la encuesta de la pasada semana (¿Qué criterio fundamental debe seguir un seleccionador a la hora de elegir?), en la que ha vencido el rendimiento claramente, según vuestras opiniones. Suele ser la corriente generalizada cuando se le pregunta a la gente justo antes de citas como éstas. También porque a pesar de haber sido campeones de Europa y del Mundo en estos últimos cuatro años, sigue existiendo en cada aficionado español una costumbre que le incita a decantarse siempre por los jugadores del su equipo. Por eso media España pide a Raúl sistemáticamente y la otra media reniega. Por eso un seguidor del Valencia prefiere a Soldado antes que a Negredo y el sector Atlético prefería a Adrián. Por eso, antes de la Eurocopa 2008, el debate era si tenía que ser titular Villa o debía serlo Torres, en función del equipo del que se fuese. Al final fueron titulares los dos.

En el último post, además de lanzar la pregunta sobre el criterio que se debe seguir, preguntábamos qué debe ser una selección. La opinión popular tiende a construir listas de 23 a base de los que mejor están en cada momento. España hizo eso durante muchos momentos de su historia y fracasó. Ahora, mantiene el mismo bloque desde poco antes de la Eurocopa 2008 y hasta el momento no le ha podido ir mejor. Es lógico que cueste variar eso. La historia está harta de ejemplos de selecciones que se han mantenido hasta fracasar porque antes lo habían ganado todo (Francia es un buen ejemplo). Sin embargo, Vicente ha ido introduciendo pequeñas modificaciones con calma y mucho tacto. Algunos extremos (Navas), algún delantero centro para jugar por arriba (Llorente), dos medios centros (Busquets y Alonso), etc. No obstante, se empeña en mantener el bloque a sangre y fuego a pesar de lo difícil que resulta en algunos casos, como los de Torres, Pedro o Albiol en esta última lista, lo que refleja que para determinadas decisiones cuenta más la jerarquía y para otras, el estado de forma.


 Sería una falta de respeto perder la confianza en un seleccionador que le ha dado a España su mayor éxito deportivo y que ha recibido el afecto y cariño de tantos en estos últimos años sólo por un par de decisiones concretas. Si se piensa con detenimiento, la diferencia de opinión seleccionador-aficionados se da en dos, tres o como mucho, cuatro puestos de veintitrés, lo que realmente es una cifra ínfima. En lo fundamental estamos todos de acuerdo. Además, aunque sea el mayor de los tópicos, nadie ha trabajado ni estado más cerca de los chicos que Del Bosque (ése es su trabajo) y nadie más que él le habrá dado vueltas a todas las alternativas y razones de por qué llevar a este o al otro, por lo que sólo por eso merece un voto de confianza.

El problema para Del Bosque será, sin embargo, el que tienen siempre los entrenadores, especialmente los seleccionadores, ejecutores de decisiones tremendamente importantes y fundamentales en espacios muy cortos de tiempo, como son Mundiales o Eurocopas: El ventajismo. Y en el caso que nos atañe, el bueno de Vicente estará mucho más expuesto que cualquiera de sus predecesores. El listón de las exigencias no puede ser más alto para él, ya que como campeones de todo cualquier resultado que no sea ganar la Eurocopa será peor que los anteriores. Esto quiere decir que si España cae antes de ser campeona a Vicente le lloverán críticas por no haber llevado a Adrián en vez de a Pedro o por haber llevado a Torres o a Negredo en lugar de Soldado, que serán más o menos contundentes en función de cuándo caigamos y cómo lo hagamos estéticamente. Pero se las llevará de todas formas. De nada servirá el triunfo en Sudáfrica, los excelentes números en su trayectoria como preparador de La Roja o sus decisiones tan acertadas como arriesgadas en algunos momentos. Por el contrario, si ganamos, todas las decisiones habrán sido más que acertadas.

Ejemplos como el caso de Pedro en el pasado Campeonato del Mundo son el mejor espejo de lo que puede ser el ventajismo. Si España no hubiera ganado, Vicente habría sido el técnico que hizo la locura de poner a un jugador sin experiencia en unas semifinales y una final de un Mundial de titular (decisión que todos, por inercia, pusimos en duda), el entrenador que destruyó la esencia del 'Tiqui-Taca' alineando dos medios centros en lugar de uno sólo; Insistiendo en los extremos como recurso y alejándose de todo lo que nos hizo campeones en Viena. Como Pedro fue clave y ganamos, Del Bosque tuvo una idea genial, demostrando ser un técnico visionario y que además ha preservado los valores fundamentales de la selección. Ni un extremo ni el otro.

Esto no quiere decir que las críticas sean malas. Desde aquí mismamente se ha dicho que no contar con Raúl si quiera como jugador seleccionable es una profunda injusticia y se piensa que por rendimiento, Torres y Negredo deberían haberse quedado en casa en favor de Adrián y Soldado. Y se ponen en duda las garantías de Juanfran como lateral, ya que por mucho que todos nos empeñemos, no es lateral. Cumplir y hasta salirse durante media temporada en esa posición no convierte a un futbolista que lleva ocho y media de sus nueve temporadas en Primera División como extremo derecho en lateral. Sergio Ramos cumplió durante medio año como centrocampista y no es centrocampista. Pero Vicente sabe más que todos nosotros. Y Juanfran ha hecho méritos para ir a la selección.

Por eso es ahora y no con la Eurocopa empezada cuando hay que posicionarse para evitar el ventajismo. Tanto a favor, como en contra. Y posicionarse sana y deportivamente, sin que nuestras opiniones se entiendan como un ataque a las decisiones del seleccionador. Desde aquí se piensa que Adrián, Raúl, Iraola o Muniaín merecían estar, pero ahora toca apoyar a los que están. Y si los que están ganan la Eurocopa, la alegría y la celebración debe ser la misma. Y si se pierde, no será sólo porque no ha ido éste o el otro. Al igual que en 2010 ni se ganó exclusivamente por Pedro ni se hubiera perdido exclusivamente por Pedro. O ahora por Torres. O en su momento por Raúl, como bastantes piensan. Una selección es mucho más que todo eso. Como quizá Vicente intenta hacernos ver, es a veces jerarquía, a veces experiencia y a veces juventud, ganas y buen estado de forma. Ahora toca unión. Y a estar todos con La Roja