viernes, 8 de junio de 2012

Dediquémosle el espectáculo a Preciado



Cuando se emprende la tarea de crear y mantener un blog de deportes, muchas veces se piensa que gracias al desmesurado volumen de información que se genera nunca van a faltar temas sobre los que escribir. El periodo de menos originalidad informativa, que no de menos noticias, suele ser de finales de Junio a finales de Agosto, cuando terminan las competiciones y empiezan los culebrones veraniegos. Traspasos por aquí y por allá...y aun así hay años en los que el fútbol no para, como éste.

Sin embargo, de poco se ha hablado esta semana más allá de qué delantero pondrá Del Bosque ante Italia, un tema ya muy desgastado. Y cuando todo parece indicar que ya no hay mucho más que decir hasta hoy, día de inicio de la Eurocopa 2012, resulta que ayer nos levantamos con la triste noticia del fallecimiento de Manolo Preciado. Qué caprichosa y qué injusta es la vida a veces...

Porque hoy deberíamos estar felices y dedicar todas las líneas de este Post a hablar sobre la esperada Eurocopa donde podemos volver a hacer historia, pero sería una falta de respeto a un hombre del deporte que tanto le dio al fútbol español. Seguro que el bueno de Preciado también esperaba ansioso el inicio de este mes de fútbol sin interrupciones, pensando incluso en encontrar alguna joven promesa que llevarse al Villarreal de cara a la que iba a ser su nueva cruzada la temporada que viene. El inicio de un nuevo ascenso, que hubiera sido el sexto de su carrera. Ganar Ligas y Champions debe ser precioso, pero alegrar a toda una ciudad ascendiendo a su equipo a Primera quizá sea incluso más grande desde el punto de vista emocional. El cántabro ya era un experto en eso. "Un obrero del fútbol", como podíamos leer ayer.

Un entrenador de los que cada vez van quedando menos, que dejaba esa imagen de hombre humilde, de obrero, es cierto. Un luchador incansable que peleaba por mantener a sus equipos en la élite contra presupuestos astronómicos y grandes estrellas. Este tipo de personajes (dicho en el mejor de los sentidos de la palabra) que cada vez escasean más en nuestro deporte son imprescindibles, pues en un universo en el que el aficionado cada vez tiene la sensación de estar más lejos de sus ídolos, que por momentos parecen seres superiores con cualidades ajenas al resto de los mortales, gente como Manolo Preciado establecía aún un vínculo directo y familiar entre el hincha y su equipo. Hacía del fútbol aún algo tangible y cercano, que el seguidor de a pie podía casi "tocar con las manos". Reducía el deporte, en definitiva, a lo que es en esencia: Ilusión, ganas, lucha, emotividad, amor propio y también, por supuesto, tristeza...

Cuesta imaginar a Guardiola o Mourinho dirigiendo a un equipo de Regional en un campo de tierra de mala muerte de cualquier barrio, pero cuesta mucho menos colocar a Preciado en ese papel, y volvemos a decirlo con la mejor de las intenciones. Esa era una de sus grandes virtudes. Y por eso se le echará de menos.

 En su honor debemos recordarle y honrarle disfrutando de la Eurocopa que abre hoy su telón, que seguro que tenía ganas de disfrutar con el resto de la afición española. Y convertir la triste noticia en un aliciente más, ya que un evento como la Eurocopa comprime en sólo unos pocos días muchas de las cosas por las que la gente le admiraba: Una Eurocopa es también alegría, pasión, amor propio, lucha y tristeza. Hay aficionados que no se declaran muy seguidores del fútbol de selecciones. Algo que cuesta entender, ya que precisamente son estos torneos los que mejor muestran todas esas cosas por las cuales este deporte es tan grande. Europa se detiene durante un mes para vivir desplazamientos en masa de hinchas con sus caras pintadas y sus banderas; Sonrisas y confraternización entre aficiones; Los campos se llenan, se canta y se anima más que nunca, aficionados de distintos equipos se unen y se vive todo con los nervios propios de ser consciente de que una oportunidad así sólo se le brinda a los mejores y sólo cada cuatro años. Una Eurocopa puede ser tan mágica que permite un fútbol de fantasía, como el de España en 2008 o triunfos que asombran al mundo y ponen patas arriba todo un país, como el de Grecia en 2004. Es todo tan especial y tan poco ortodoxo que en sólo un segundo un país entero puede pasar de las lágrimas al éxtasis; Que da cabida a equipos que atacan, que defienden, que especulan o que se lanzan a por todas sin ningún miedo porque saben que es ahora o nunca. Es una lucha sin cuartel en la que, según se va avanzando, lo táctico y lo correcto va dejando paso a una lucha para ver quién aplaca mejor sus nervios.

Por eso es en una Eurocopa, en poco más de veinte partidos, donde normalmente se ven cosas que no se verían en una Liga. Donde por momentos, equipos teóricamente inferiores se igualan al resto gracias a las ganas, la ilusión y la lucha. Donde caben mejor que en cualquier otro escenario los equipos "obreros". Fútbol en estado puro, en definitiva. Sensaciones y emociones con las que seguro que Manolo Preciado disfrutaría tanto como lo vamos a disfrutar, teniéndole siempre presente con  nosotros. Probablemente le hubiera gustado que el mejor homenaje del fútbol español sea ese, aparcar por un momento la tristeza y disfrutar como él siempre disfrutó de su trabajo. Y, por qué no, traer de nuevo a casa la Copa. La mejor de las suertes, allá donde quiera que estés.

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