Cuando se emprende la tarea de crear y mantener un blog de deportes, muchas veces se piensa que gracias al desmesurado volumen de
información que se genera nunca van a faltar temas sobre los que escribir. El
periodo de menos originalidad informativa, que no de menos noticias, suele ser
de finales de Junio a finales de Agosto, cuando terminan las competiciones y
empiezan los culebrones veraniegos. Traspasos por aquí y por allá...y aun así
hay años en los que el fútbol no para, como éste.
Sin embargo, de poco se ha hablado esta semana más allá de
qué delantero pondrá Del Bosque ante Italia, un tema ya muy desgastado. Y
cuando todo parece indicar que ya no hay mucho más que decir hasta hoy, día de
inicio de la Eurocopa 2012, resulta que ayer nos levantamos con la triste
noticia del fallecimiento de Manolo Preciado. Qué caprichosa y qué injusta es
la vida a veces...
Porque hoy deberíamos estar felices y dedicar todas las
líneas de este Post a hablar sobre la esperada Eurocopa donde podemos volver a
hacer historia, pero sería una falta de respeto a un hombre del deporte que
tanto le dio al fútbol español. Seguro que el bueno de Preciado también
esperaba ansioso el inicio de este mes de fútbol sin interrupciones, pensando
incluso en encontrar alguna joven promesa que llevarse al Villarreal de cara a la
que iba a ser su nueva cruzada la temporada que viene. El inicio de un nuevo
ascenso, que hubiera sido el sexto de su carrera. Ganar Ligas y Champions debe
ser precioso, pero alegrar a toda una ciudad ascendiendo a su equipo a Primera
quizá sea incluso más grande desde el punto de vista emocional. El cántabro ya
era un experto en eso. "Un obrero del fútbol", como podíamos leer
ayer.
Un entrenador de los que cada vez van quedando menos, que
dejaba esa imagen de hombre humilde, de obrero, es cierto. Un luchador
incansable que peleaba por mantener a sus equipos en la élite contra
presupuestos astronómicos y grandes estrellas. Este tipo de personajes (dicho en
el mejor de los sentidos de la palabra) que cada vez escasean más en nuestro
deporte son imprescindibles, pues en un universo en el que el aficionado cada
vez tiene la sensación de estar más lejos de sus ídolos, que por momentos
parecen seres superiores con cualidades ajenas al resto de los mortales, gente
como Manolo Preciado establecía aún un vínculo directo y familiar entre el
hincha y su equipo. Hacía del fútbol aún algo tangible y cercano, que el
seguidor de a pie podía casi "tocar con las manos". Reducía el
deporte, en definitiva, a lo que es en esencia: Ilusión, ganas, lucha,
emotividad, amor propio y también, por supuesto, tristeza...
Cuesta imaginar a Guardiola o Mourinho dirigiendo a un
equipo de Regional en un campo de tierra de mala muerte de cualquier barrio,
pero cuesta mucho menos colocar a Preciado en ese papel, y volvemos a decirlo
con la mejor de las intenciones. Esa era una de sus grandes virtudes. Y por eso
se le echará de menos.
En su honor debemos
recordarle y honrarle disfrutando de la Eurocopa que abre hoy su telón, que
seguro que tenía ganas de disfrutar con el resto de la afición española. Y
convertir la triste noticia en un aliciente más, ya que un evento como la Eurocopa
comprime en sólo unos pocos días muchas de las cosas por las que la gente le
admiraba: Una Eurocopa es también alegría, pasión, amor propio, lucha y
tristeza. Hay aficionados que no se declaran muy seguidores del fútbol de
selecciones. Algo que cuesta entender, ya que precisamente son estos torneos
los que mejor muestran todas esas cosas por las cuales este deporte es tan grande.
Europa se detiene durante un mes para vivir desplazamientos en masa de hinchas
con sus caras pintadas y sus banderas; Sonrisas y confraternización entre
aficiones; Los campos se llenan, se canta y se anima más que nunca, aficionados
de distintos equipos se unen y se vive todo con los nervios propios de ser
consciente de que una oportunidad así sólo se le brinda a los mejores y sólo
cada cuatro años. Una Eurocopa puede ser tan mágica que permite un fútbol de
fantasía, como el de España en 2008 o triunfos que asombran al mundo y ponen
patas arriba todo un país, como el de Grecia en 2004. Es todo tan especial y
tan poco ortodoxo que en sólo un segundo un país entero puede pasar de las
lágrimas al éxtasis; Que da cabida a equipos que atacan, que defienden, que
especulan o que se lanzan a por todas sin ningún miedo porque saben que es
ahora o nunca. Es una lucha sin cuartel en la que, según se va avanzando, lo
táctico y lo correcto va dejando paso a una lucha para ver quién aplaca mejor
sus nervios.
Por eso es en una Eurocopa, en poco más de veinte partidos,
donde normalmente se ven cosas que no se verían en una Liga. Donde por
momentos, equipos teóricamente inferiores se igualan al resto gracias a las
ganas, la ilusión y la lucha. Donde caben mejor que en cualquier otro escenario
los equipos "obreros". Fútbol en estado puro, en definitiva.
Sensaciones y emociones con las que seguro que Manolo Preciado disfrutaría
tanto como lo vamos a disfrutar, teniéndole siempre presente con nosotros. Probablemente le hubiera gustado que
el mejor homenaje del fútbol español sea ese, aparcar por un momento la
tristeza y disfrutar como él siempre disfrutó de su trabajo. Y, por qué no, traer
de nuevo a casa la Copa. La mejor de las suertes, allá donde quiera que estés.
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