Miércoles, 13 de Junio
de 2012. 22:47 p.m. Después
de terminar de narrar en vivo y online el partido entre Holanda y Alemania para
France Presse (1-2 y juego muy superior de los germanos), bajo en ascensor los
tres pisos que separan la oficina de la Agencia de noticias de la calle. Hace
bastante calor en el centro de Madrid, pero llevo a mano un jersey por lo que
pueda pasar varias horas después. Aparcado en un vado, justo en frente de la
sede de France Presse en el número 19 de la calle Prim, me espera mi amigo
Nacho en un Opel Meriva que hemos alquilado para la ocasión: Modelo nuevo,
negro, espacioso...justo lo que necesitamos para meternos entre pecho y espalda
los casi 700 kilómetros que nos separan del Aeropuerto de Girona.
Es
nuestro primer viaje largo de noche por carretera y la parte más engorrosa de
nuestra aventura, por lo que la ilusión se mezcla con algunos nervios, que no
con miedo. ¿Llegaremos a tiempo? Eso casi seguro. El vuelo sale a las 7:30 de
la mañana y aún no son ni las once de la noche. Las voces expertas (nuestro GPS
o el Google Maps en este caso) han estimado un tiempo aproximado de 6 horas y
42 minutos de recorrido hasta el punto de destino, pero ya se sabe: De noche
uno va más lento por la visibilidad; No habrá tráfico en la carretera pero sí
algunos tramos de obra y bastantes camiones, por no hablar de la posibilidad,
totalmente anulada de antemano por nuestras cabezas, de que el coche se
estropee y nos deje tirados. Seamos realistas, por favor. ESO NO PUEDE SUCEDER.
DE NINGUNA MANERA.
Habrá
que parar, además. Por lo menos una vez para echar gasolina y echarse algo al
estómago. Para ello, llevamos cuatro sándwiches, un taper de empanadillas (no
sabéis lo bien que sentaron a las tres y media de la mañana), patatas fritas y
algo de bebida para reponer, muy útil para la ocasión: Cuatro Red Bulls y dos Cocacolas.
Así
pues, emprendemos la marcha. ¿A dónde os imagináis que vamos? Es fácil de
adivinar. Nuestro destino es Gdansk, ciudad polaca donde hace sólo tres días
España ha debutado con empate en la Eurocopa 2012 ante Italia (1-1), y donde a
las 20:45 horas de ese Jueves 14 de Junio en el que casi casi estamos ya
mientras salimos de Madrid por la A-2, la Roja juega su segundo partido de la
fase de grupos ante Irlanda.
El
viaje nocturno atravesando media España para llegar al único aeropuerto en el
que habíamos encontrado un vuelo directo, barato y con plazas disponibles
transcurre sin sobresaltos, mucho más rápido de lo que el que escribe imaginó
en un primer momento. Sólo nos permitimos, eso sí, una parada de 20 minutillos
para repostar el coche y dar cuenta de las mencionadas empanadillas y los
sándwiches en una gasolinera perdida de los Monegros, no vaya a ser que luego
se nos eche el tiempo encima por cualquier cosa. A lo largo de todo el trayecto
procuramos ir hablando para que al sueño no se le ocurra ni aparecer por allí,
al tiempo que fundimos una y otra vez el gran disco de Bruce Springsteen
"Born in the USA", que Nacho ha traído para contribuir a la lucha
contra la somnolencia. También caen los Red Bulls y una de las Cocacolas.
Finalmente, llegamos al Aeropuerto de Girona a las 5:50, una hora y cuarenta
minutos antes de que salga nuestro vuelo. ¡Lo hemos conseguido! Los 30 euros en
concepto de peajes ahora duelen algo menos.
La
primera parte de nuestra aventura se ha completado. Tras pasar el control de
aduanas, esperamos para embarcar en un avión que irá repleto de aficionados
españoles que, como nosotros, tienen entradas para el España-Irlanda. Alguno se
lleva los aplausos del pasaje cuando entra en el avión por su original forma de
apoyar a la selección. Otros hablan de viajes y experiencias
pasadas. Para nosotros, es nuestro primer viaje friki-futbolero y con él
completamos un sueño. Ya no tendremos que imaginarnos cómo lo pasa toda esa
gente que viaja hasta donde sea para animar a su equipo y a la cual vemos
habitualmente por televisión con ojos envidiosos. Ahora nos toca a nosotros
disfrutar de una pequeña porción de todo ese protagonismo. No será un viaje
largo, porque las obligaciones laborales, estrechamente conectadas con esta
Eurocopa, no lo permiten; Pero no puedo estar más que agradecido a la gente de
AFP que me ha hecho el favor de cuadrar horarios que me permita vivir un viaje
que mi amigo Nacho y yo llevamos casi un año gestando.
El vuelo FFEN2D de Ryanair nos deja en el Aeropuerto Lech Walesa de Gdansk (llamado así en honor al ex Presidente polaco) a las 10:30 de la mañana hora local, sin retrasos. Nada más salir al vestíbulo vemos un puesto oficial de la UEFA ofreciendo información a los aficionados que llegan a la ciudad. No es para menos. Se espera a casi 30.000 irlandeses y algo menos de 10.000 españoles. Aprovechamos para preguntar cómo ir al centro de la ciudad, pero antes de dejar el Aeropuerto cambiamos unos cuantos Euros por Zlotys, la moneda oficial polaca. En seguida empezamos a comprobar su menor valor respecto al euro: Un ticket válido para coger cualquier medio de transporte durante 24 horas nos cuesta 12 Zlotys, unos 2,8 Euros. La línea C1 de autobús nos deja en Gdansk Glowny, la estación de transporte más céntrica de la ciudad, en poco más de veinte minutos. El intercambiador de tren, diseñado en el Siglo XIX y con torre y reloj incluida, recuerda a las estaciones antiguas aunque fue prácticamente destruido durante la ocupación soviética y reconstruido posteriormente. A su lado, un edificio de aspecto mucho más comunista (podéis ver las fotos). Se nota que estamos en pleno centro. Ahora lo más importante es canjear nuestro 'Voucher' (Vale), que la UEFA me envió hace semanas a casa por correo postal, por las verdaderas entradas para el partido. ¿Por qué no te envían las entradas directamente? Por motivos de seguridad, dicen. Pregúntenle a la UEFA. Ganas de enredar...
Llevamos una pequeña Guía para el aficionado
que los señores del máximo Organismo del Fútbol Europeo han tenido a bien
mandarnos junto con el mencionado vale donde se nos indica que el Punto de
Recogida de entradas se encuentra en las cercanías del Estadio Arena Gdansk,
así que allá vamos. El chico del puesto del Aeropuerto nos ha dado un papelito
donde tenemos apuntadas las tres líneas de tranvía que van de la Estación
Central al Estadio. El tranvía es muy utilizado en la ciudad y parece que pasa
con frecuencia, por lo que en menos de cinco minutos ya estamos subidos y
confiados de llegar a nuestro destino en poco tiempo. Todo en orden. Hasta
ahora, el viaje va viento en popa. Pero
no todo iba a ser tan fácil. De repente, nos damos cuenta de que ninguna parada
anunciada en el tranvía hace referencia al Arena Gdansk. Todo son nombres en
polaco. ¡Maldición! A utilizar nuestro inglés mediocre para enterarnos de dónde
es. Afortunadamente, dos chicas ataviadas con chándal, mochila y zapatillas de
la Eurocopa y con una tarjeta que las identifica como 'Volunteers' se han
subido al tranvía al mismo tiempo que nosotros y van charlando a nuestro lado.
Al preguntarle a una de ellas si es la dirección es la correcta, la otra nos habla
en un Castellano casi perfecto: "Si queréis podéis bajaros con nosotras,
que también vamos al Estadio". Más tarde nos explicaría que aprendió el
idioma en unos cursos con motivo de las pasadas Jornadas Mundiales de la
Juventud, en Madrid.
Las voluntarias nos dejan en la puerta de un edificio que parece ser el punto de recogida. Hemos ido charlando durante el trayecto y nos cuentan que todo el país está muy entusiasmado con la Eurocopa y que por la noche hay "mucha fiesta". Se nota que damos el cante como españoles. El viaje también nos sirve para tomar un primer contacto visual con el Arena Gdansk, que se levanta, majestuoso, justo en frente de nosotros. Sin embargo, al intentar recoger nuestras entradas, nos dicen que no estamos en el lugar correcto y nos dan una dirección nueva: Ópera Báltica de Gdansk, varias estaciones más atrás. Las voluntarias se han confundido. Mala suerte.
Después de hora y pico buscando el sitio y con la ayuda de un joven polaco que apenas sabe inglés, encontramos la Ópera Báltica. A eso de la una de la tarde ya tenemos las entradas. No hace falta remarcar que todo lo que hemos visto hasta ahora de la ciudad está repleto de españoles e irlandeses. Ahora a volver al centro, encontrar nuestro Albergue y descansar un poco antes del partido. El tema del Albergue es el único que aún puede ser un problema. Ya sabéis: A ver con qué habitación nos encontramos. Eso, teniendo en cuenta que la reserva por Internet se hiciera correctamente y estén esperándonos. Antes de llegar, paramos en un McDonald's para comernos un buen Menú especial Eurocopa después de casi diez horas sin probar bocado.
Al fin, encontramos el Albergue, situado muy cerca de Gdansk Glowny. El aspecto del vestíbulo y las salas comunes al entrar es bastante poco acogedor, lo que nos hace pensar que la habitación será un cuchitril. Y para colmo, a la mujer del Albergue le cuesta horrores encontrar mi apellido en la lista ¿Tan difícil es Marbán?. Por un momento nos vemos sin un sitio donde dormir. Sin embargo, encuentro mi apellido escrito a boli encima de otra reserva tapada con tipex. La habitación resulta ser bastante limpia y cómoda. Eso sí, sin papel higiénico. Habrá que tirar de cleenex. Una ducha refrescante y a dormir unas cuatro horas antes de disfrutar de nuestro sueño.
El vuelo FFEN2D de Ryanair nos deja en el Aeropuerto Lech Walesa de Gdansk (llamado así en honor al ex Presidente polaco) a las 10:30 de la mañana hora local, sin retrasos. Nada más salir al vestíbulo vemos un puesto oficial de la UEFA ofreciendo información a los aficionados que llegan a la ciudad. No es para menos. Se espera a casi 30.000 irlandeses y algo menos de 10.000 españoles. Aprovechamos para preguntar cómo ir al centro de la ciudad, pero antes de dejar el Aeropuerto cambiamos unos cuantos Euros por Zlotys, la moneda oficial polaca. En seguida empezamos a comprobar su menor valor respecto al euro: Un ticket válido para coger cualquier medio de transporte durante 24 horas nos cuesta 12 Zlotys, unos 2,8 Euros. La línea C1 de autobús nos deja en Gdansk Glowny, la estación de transporte más céntrica de la ciudad, en poco más de veinte minutos. El intercambiador de tren, diseñado en el Siglo XIX y con torre y reloj incluida, recuerda a las estaciones antiguas aunque fue prácticamente destruido durante la ocupación soviética y reconstruido posteriormente. A su lado, un edificio de aspecto mucho más comunista (podéis ver las fotos). Se nota que estamos en pleno centro. Ahora lo más importante es canjear nuestro 'Voucher' (Vale), que la UEFA me envió hace semanas a casa por correo postal, por las verdaderas entradas para el partido. ¿Por qué no te envían las entradas directamente? Por motivos de seguridad, dicen. Pregúntenle a la UEFA. Ganas de enredar...
La Estación de tren de Gdansk Glowny |
Las voluntarias nos dejan en la puerta de un edificio que parece ser el punto de recogida. Hemos ido charlando durante el trayecto y nos cuentan que todo el país está muy entusiasmado con la Eurocopa y que por la noche hay "mucha fiesta". Se nota que damos el cante como españoles. El viaje también nos sirve para tomar un primer contacto visual con el Arena Gdansk, que se levanta, majestuoso, justo en frente de nosotros. Sin embargo, al intentar recoger nuestras entradas, nos dicen que no estamos en el lugar correcto y nos dan una dirección nueva: Ópera Báltica de Gdansk, varias estaciones más atrás. Las voluntarias se han confundido. Mala suerte.
Después de hora y pico buscando el sitio y con la ayuda de un joven polaco que apenas sabe inglés, encontramos la Ópera Báltica. A eso de la una de la tarde ya tenemos las entradas. No hace falta remarcar que todo lo que hemos visto hasta ahora de la ciudad está repleto de españoles e irlandeses. Ahora a volver al centro, encontrar nuestro Albergue y descansar un poco antes del partido. El tema del Albergue es el único que aún puede ser un problema. Ya sabéis: A ver con qué habitación nos encontramos. Eso, teniendo en cuenta que la reserva por Internet se hiciera correctamente y estén esperándonos. Antes de llegar, paramos en un McDonald's para comernos un buen Menú especial Eurocopa después de casi diez horas sin probar bocado.
Al fin, encontramos el Albergue, situado muy cerca de Gdansk Glowny. El aspecto del vestíbulo y las salas comunes al entrar es bastante poco acogedor, lo que nos hace pensar que la habitación será un cuchitril. Y para colmo, a la mujer del Albergue le cuesta horrores encontrar mi apellido en la lista ¿Tan difícil es Marbán?. Por un momento nos vemos sin un sitio donde dormir. Sin embargo, encuentro mi apellido escrito a boli encima de otra reserva tapada con tipex. La habitación resulta ser bastante limpia y cómoda. Eso sí, sin papel higiénico. Habrá que tirar de cleenex. Una ducha refrescante y a dormir unas cuatro horas antes de disfrutar de nuestro sueño.
1 comentario:
Vaya, entonces aguantar al Papa aquí el año pasado al menos sirvió para algo... menos mal...
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