Desde luego que no lo sabía, pero acertó. Podríamos entre todos poner un googol de ejemplos así, por lo que mejor dejar de ejemplificar.
Si hablamos de decisiones, de las que afectan a lo que acontece en un campo, predominan sobre todo aquellas que toman los entrenadores. Poner a tal o cual jugador, jugar a defender o atacar, adelantar tal posición o abrir las bandas, son claros exponentes. Estas decisiones dependen de muchos factores, como los jugadores que se tengan, las circunstancias del choque, del estilo que se crea ser poseedor etc. Y esas decisiones, cuando se toman, se hacen para ganar. Así de sencillo. Pero de ahí a vencer hay un largo camino y eso lo saben los entrenadores. Pero la decisión ya está tomada cuando empieza el partido (aunque se puedan corregir durante el encuentro).
La victoria se debe, en realidad, a un cúmulo de circunstancias, algunas controlables, otras no tanto y algunas totalmente impredecibles. Estas circunstancias pueden ser un gol en contra en los primeros minutos, errores arbitrales, los distintos jugadores y, por supuesto, la táctica empleada por el entrenador. Puede que tengas los mejores jugadores, que juegues mejor, con la afición a favor, pero si la pelotita (el Dios de todo esto) no te entra, y en un rechace mal despejado el equipo contrario se encuentra con un gol a favor, pierdes el partido. La suerte, ni más ni menos, es totalmente impredecible. Ahora bien, en un torneo liguero, de tantos partidos, la suerte se minimiza: "Lo que la suerte te da en un partido te lo quita en otro" dijo Javier Aguirre cuando entrenaba al Atlético de Madrid. Por eso las ligas las ganan los que suelen ser mejores. Pero en los torneos de eliminatorias (Champions, Copa del rey) la suerte es mucho más determinante: Un partido te puede matar, lo mismo que un minuto te puede salvar. Entonces, nadie, tras todo su trabajo y el esfuerzo de sus jugadores está seguro de que vaya a obtener la victoria. ¿Entonces qué?
Grecia, campeona de la Euro 2004 |
Pero sólo cuando confías en tus posibilidades tus victorias cobran sentido, y las derrotas son menos dolorosas. Sólo cuando te mantienes fiel a tí mismo tus triunfos son, además, gloriosos. En cambio, si renuncias a aquello en lo que crees, optas por todo lo permitible y hasta por lo tramposo te conviertes en el malo de la película y tus derrotas son deseables, y tus victorias, huérfanas de gloria.
Por eso las victorias de Mourinho (al menos la que tuvo el Inter contra el Barcelona) no serán Gloriosas. Porque duele ver a Eto´o de lateral derecho cubriendo las subidas de Abidal, porque duelen las continuas interrupciones en el juego, porque duele que en la última batalla por alcanzar la final su equipo renuncie a atacar y no haga ni un solo disparo. Por eso, aunque la Holanda de Cruyff no ganase ningún Mundial, es, y será por ser siempre, un equipo Glorioso, aunque perdiese.
El tiempo siempre acaba por poner a cada uno en su sitio. A la Holanda de Cruyff nadie le discute, al Barcelona de Guardiola nadie le discute, a la España de Xavi nadie le discute. En cambio, la victoria de Grecia en la Eurocopa 2004, o aquel triunfo del Inter suscitan muchas críticas. Es lo que tiene la Gloria.
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